Manifiesto Ecofeminista, marzo 2011: 100 años celebrando las Mujeres en el 8 de marzo


Nacer mujer, hombre o transexual no debería suponer después de cien años luchando por los derechos de la mujer ninguna barrera para que la persona se pudiera desarrollar plenamente sin ningún tipo de corsé.
Sin embargo, la realidad cotidiana deja mucho que desear, todavía en nuestro país ser mujer a menudo supone tener que romper una serie de barreras. Aquí no nos extirpan el clítoris, pero nos agujerean las orejas y muchas veces nos educan en una serie de normas no escritas que nos predisponen en nuestra madurez, modelando nuestro cerebro infantil. Es cierto que también se ejerce esa presión sobre los varones, solo que
a ellos se les condiciona para otro tipo de valores. Cuando tomas conciencia de ello, nos supone mucho más que un reto personal: supone cambiar las costumbres, las leyes (dotarlas económicamente) y los comportamientos de las mujeres y de los hombres.

Pero nuestra visión ecofeminista del conjunto de las mujeres en el mundo nos hace ser solidarias con aquellas que padecen todo tipo de sometimientos y vejaciones. Es necesario que les lleguen los derechos de las mujeres europeas, ya sea que voten, que tengan acceso a la educación, a un trabajo o a disfrutar de su propia sexualidad, que elijan cuando quieren ser madres, es muchas veces una utopía. Para ello es necesario que se invierta más en alfabetizar, tener agua potable y se acabe con el fraudulento uso de la religión para justificar considerarnos personas de segunda clase. Estamos viendo ahora que algo se mueve en el norte del continente Africano, esperemos que las mujeres vean reflejados correctamente su igualdad de derechos en los nuevos gobiernos democráticos.
Los valores femeninos y masculinos deberían ser reconsiderados, toda vez que se justifica la competitividad como valor masculino y como mérito para la supervivencia de la especie, que ha sido adoptado por el capitalismo y que nos está llevando al desastre. La colaboración y la solidaridad son valores de la naturaleza, si no se colaborase muchas de las especies no podrían salir adelante. Las mujeres del tercer mundo han sido las que han estado más cerca del trabajo con la Tierra y han sido las mujeres las que más se han alzado para defender la Naturaleza, adquirieron conciencia de grupo y posteriormente continuaron luchando contra la violencia doméstica y por la participación política.
Mientras, en el primer mundo la publicidad genera estereotipos femeninos que convierten a la mujer en un bien de consumo cuyo modelo de belleza y bienestar la hacen presa de productos y servicios como respuesta a su insatisfacción para conseguir el reconocimiento social (incluida la cirugía estética), contra esto nació un feminismo que buscó una ginecología alternativa frente a los tratamientos invasivos de médicos y grandes laboratorios farmacéuticos. Confiamos que nuestros errores no se vean reproducidos por los países en desarrollo.
Nuestra autoconciencia como especie humana ha de avanzar hacia la igualdad de mujeres y hombres en tanto partícipes no sólo de la Cultura sino también de la Naturaleza. Esto incluye tanto la integración de las mujeres, como la plena aceptación en lo propiamente humano de aquellos elementos despreciados y marginalizados como femeninos (los lazos afectivos, la compasión, la materia, los animales, la Tierra). Obtener una visión más realista de nuestra especie como parte de un continuo de la Naturaleza y, consecuentemente, tratar a los seres vivos no humanos con el respeto que merecen. Superar el sexismo, el androcentrismo, el racismo y el antropocentrismo son las metas que hoy tiene por delante el ecofeminismo.
En una celebración que nos viene este año rodeada con la polémica de la subida de los precios del combustible, y las medidas que el gobierno está tomando para paliar los terribles efectos en nuestra economía depredadora de combustibles fósiles, las mujeres ecofeministas reivindicamos una nueva forma de concebir el consumo en nuestra sociedad. Reivindicamos unos nuevos valores basados en el respeto a todas las formas de vida y en el consumo responsable de los recursos. Reivindicamos los principios ecofeministas.
Se aproximan épocas de grandes cambios e incertidumbre, donde la evolución que hemos sufrido, nuestra forma peculiar de hacer, el punto de vista e influencia de la mujer trabajadora, integradora, dadora y protectora de vida, va a ser determinante. Esta época nos obliga a ocupar de una vez por todas, nuestro legítimo lugar, un lugar que nadie puede ocupar por nosotras, el legítimo lugar del auténtico equilibrio, entre lo femenino y lo masculino. Solo desde ahí podremos aportar a la sociedad y a nuestro Planeta lo que verdaderamente necesitan. Y eso es realmente el mejor regalo y aportación ecológica que podemos hacer.
ECOFÉMINAS – Grupo de trabajo de ECOLO / Coordinadora Verde
www.ecofeminas.org